Una cosa que debemos tener clara, cuando de educación de los hijos se trata, es que es responsabilidad, deber y derecho de los padres. Esto puede sonar obvio, sin embargo, no es tan así si vemos que la mayoría de familias delegan la educación de sus hijos en terceros y que muchos padres nunca lo han pensado, no se nos pasa por la cabeza que esto sea posible. ¿Por qué? porque “afuera” (el sistema, el gobierno, la sociedad, los medios de comunicación, las tradiciones, etc.) nos han hecho creer que los padres no somos capaces de educar a nuestros propios hijos (que somos quienes mejor los conocemos, sabemos qué queremos para ellos y lo que necesitan) sino que es mejor delegar su educación en terceros y que sean otros los que decidan qué es lo que tienen que aprender, cuándo, cómo, dónde y con quien.

Esto también sucede porque para muchos, el concepto de educación se limita en gran parte a lo académico y no al proceso permanente de formación integral, que es lo que legítimamente persigue la educación. Y porque educación suele confundirse con escolarización, y son dos cosas diferentes …

Cuando hablamos de educar a nuestros hijos, de hacernos cargo de esa importantísima función y no delegarla en terceros, estamos hablando en esencia de educación en el hogar (home education), o educación en casa, o hacer escuela en casa (homeschooling). Algo en lo que coincidimos las familias que escogemos este camino es que queremos para nuestros hijos, una educación integral (diferente a lo que ofrecen los colegios, porque sabemos que la educación va mucho más allá).

Se que esta opción educativa no es para todo el mundo (quizás si podría ser para muchos niños, pero no para todos los padres), sino para quienes resuene y les sea posible.

Entendiendo lo anterior, para quienes escogemos este camino de educar en el hogar, es importante saber en qué y cómo acompañar la educación de nuestros hijos, y lo primero, a mi modo de ver, es tener un propósito claro.

Para mí el propósito consiste en responder claramente a una pregunta fundamental que es: ¿qué queremos sembrar en el corazón y en la mente se nuestros hijos?

Para responder esta pregunta, debemos tener claro qué nos dirige en ese propósito y saber cómo es cada uno de los hijos, cuáles son sus necesidades, intereses, dones y talentos. Para que descubran su vocación, que puedan entender cuál es su propósito en la vida y ponerlo al servicio de la humanidad, del bien.

Una vez sepamos lo anterior, necesitamos conocer las etapas de desarrollo del ser humano y saber cuáles son las áreas a desarrollade desarrollo. Esto nos permite saber qué esperar y cómo acompañar cada una de ellas. Si esto lo pasamos por alto, terminaremos enfocándonos en cosas que no le apuntan a responder la pregunta fundamental o pidiéndole a los niños que hagan cosas para las cuales aún no están listos o por el contrario subestimando sus capacidades.

A veces nos ponemos a pensar o a buscar información sobre en qué tenemos que educar a nuestros hijos y nos estresamos con todas las cosas que creemos que habría que hacer, sobre todo si tenemos una mentalidad muy escolarizada y si no tenemos un propósito claro. Por eso necesario saber cuáles son los fundamentos de la educación para nuestros hijos y no dejarnos guiar por lo que dice el mundo “afuera” sino hacer una construcción consciente de estos temas en el seno del hogar.

Teniendo esto claro podemos mirar las etapas y las áreas de desarrollo.

¿Cuáles son las etapas de desarrollo?

 Infancia: desde el nacimiento hasta los 7 años.

Niñez: desde los 8 a 12 años.

Juventud: desde 13 a los 19 años.

Adultez: desde los 20 a los 60 años.

Vejez: desde los 60 años en adelante (hasta máximo 120 años).

¿Cuáles son las áreas de desarrollo?

El área espiritual y emocional.

El área del conocimiento, lo intelectual, el saber.

El área del desarrollo físico.

El área relacional o social.

Se que podemos sentir que pueden faltar algunas áreas, pero créeme que las que surjan, se pueden encajar fácilmente en alguna de estas cuatro áreas.

¿En qué debemos acompañarlos?

En este artículo voy a hablar de lo esencial que debemos enseñar/acompañar a nuestros hijos en cada etapa. En los artículos siguientes detallo cada una.

Infancia, desde el nacimiento hasta los 7 años: En esta etapa es definitivo para el bebé y el niño el saberse bienvenido, cuidado, protegido, amparado, amado. Es fundamental el desarrollo del vínculo afectivo (el apego). Que sus necesidades sean satisfechas. Es importante enseñarle su valía como ser humano y que aprenda sobre la familia. Es la etapa de conocer y entender su entorno, conocer qué es lo bueno y lo malo, qué pueden hacer y qué no (límites), identificar sus emociones. El desarrollo de la locomoción, el lenguaje, entre otras.

Niñez, desde los 8 a 12 años: En esta etapa el niño ya ha alcanzado una madurez infantil e inicia otra parte del desarrollo. Es una etapa donde se establecen los fundamentos para el desarrollo de la conciencia y el razonamiento. Es importante que el niño o la niña entienda que es la masculinidad y la feminidad. En esta etapa el niño alcanza mayor autonomía, inicia un desarrollo físico mayor y desarrolla habilidades específicas y muestra sus intereses. Extiende sus vínculos y es bueno que aprenda que tiene amigos, pero que sus pares no definen quien es.

Juventud, desde los 13 a los 19 años: En esta etapa se completa el desarrollo físico y el jovencito pasa a ser un aprendiz del quehacer adulto, entender lo que significa la responsabilidad y ser productivo. Es la etapa en que debemos instruir a los jóvenes en sus convicciones y que tengan claro que es lo que se espera de ellos. En esta etapa el propósito es que sean jóvenes que generen sus propios conceptos y razonen con agilidad. Que tengan pensamiento crítico y abstracto. Es acá cuando es necesario que aprendan a ser productivos, no necesariamente producir dinero, sino que sea capaz de producir ideas, soluciones, conceptos, crear, proponer. Que sepa cuáles son sus dones y talentos y que descubra su vocación y su propósito de vida. Necesitamos enseñarles con guía y con palabras de afirmación que si son capaces.

Si te preguntas ¿por qué no hablo de adolescencia?, en el artículo dedicado a la juventud te lo explicaré.

Finalmente entran a la adultez, desde los 20 años en adelante. Acá lo esperado es que ya tengan las herramientas para asumir la adultez y que se sigan formando como adultos responsables, productivos, autónomos y sanos. Que desarrollen su propósito de vida, posiblemente que puedan formar una familia y que puedan contribuir a tener un mundo mejor.

¡Gracias Moni, por inspirarme a escribir estos artículos!

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