¿Qué enseñar a nuestros hijos en la infancia?

Como compartí en el artículo ¿Qué enseñar a nuestros hijos en cada etapa de desarrollo? La infancia va desde el nacimiento hasta los 7 años de edad. Esta es una etapa bellísima e importantísima, donde se forjan los cimientos y las bases de la personalidad (los modelos operativos internos del sí mismo, es decir los guiones, el personaje, la manera como el niño organiza internamente sus experiencias, que crean su mundo interno y con estas funciona en la vida).

En el artículo que te menciono arriba, digo que debemos respondernos una pregunta fundamental: ¿qué queremos sembrar en el corazón y en la mente se nuestros hijos?

Miremos entonces qué enseñar, qué necesitan aprender, en cada área de desarrollo:

El área espiritual y emocional:

Es la etapa en la que sembramos los valores y principios que queremos sembrar en sus corazones, así como las semillas para desarrollar sus virtudes y su valía como seres humanos. Que sepan que los hijos son una bendición de Dios y que a través de ellos tenemos la oportunidad de ser mejores personas. Así mismo es el tiempo en el que empezamos a acompañarlos a que sepan en qué poner su fe, es decir en qué creer, a orar, agradecer y a desarrollar sus convicciones.

Es preciso enseñarles qué es lo bueno y lo malo, qué pueden hacer y qué no (informarles de los límites). Tratar a los niños con bondad, respeto y dignidad para que ellos aprendan la manera de tratar a los demás, esto se enseña, se aprende y las bases se dan en casa. Las experiencias de infancia marcaran profundamente nuestra forma de ser, en la niñez, juventud y adultez.

En esta etapa es fundamental el desarrollo del vínculo afectivo (el apego) con sus padres (no hablo de otros cuidadores porque me refiero al contexto de educación en casa, es decir de familias que han escogido no delegar la crianza/educación de sus hijos, sino educarlos ellos mismos, en el hogar). En esta etapa el bebé y el niño necesitan saberse bienvenidos, cuidados, protegidos, amparados, amados y sentidos.

En esta etapa, debemos enseñarles en la vivencia, a través de la experiencia que más les impacta en la vida: la relación con sus padres.

Para eso necesitamos entender nuestro diseño como seres humanos, que nacemos totalmente dependientes del cuidado y protección de un adulto (idealmente la madre y padre) sensible y disponible. Saber que el bebé los primeros meses de vida, necesita recibir lo más parecido a lo que tenía en el vientre materno (movimiento permanente, alimentación permanente, temperatura adecuada, sueño a su ritmo), así como la conexión emocional de madre. Y que el periodo crítico para la formación de un buen vínculo afectivo se da en los primeros 2 años de vida.  En este periodo se establece el “cableado del cerebro”.

Necesitamos enseñarles a esperar que sus necesidades (básicas, emocionales, intelectuales) sean satisfechas no esperando, si … generalmente se cree que se aprende a esperar, esperando, pero no … para que los niños aprendan a ser independientes, a regular sus emociones, primero tienen que tener una madre que pueda satisfacer con prontitud sus necesidades adecuadamente (y si en algún momento no puede satisfacerlas, nombrárselo, explicárselo, ya que una necesidad no desaparece con ignorarla, sino que tiene que ser atendida ya sea desde la acción o validada desde la palabra).

Es en la infancia que es fundamental enseñarles a regular sus emociones poco a poco en la medida que crecen y su cerebro es capaz de hacerlo, para que ellos aprendan a identificar sus emociones, saber qué les pasa, qué sienten, que puedan expresarlas, experimentarlas y poder recuperarse de ellas (modularlas, controlarlas). Esto es un aprendizaje para toda la vida.

La manera como tratemos, hablemos y hagamos sentir a nuestros hijos, en esta etapa tan crucial, es lo que ellos van a aprender, esto queda en su memoria emocional. Podemos olvidar lo que nos dijeron o hicieron nuestros padres, pero nunca olvidamos como nos hicieron sentir. Con seguridad muchos habrán oído/leído la frase de Peggy O´Mara (escritora y mamá homeschooler) “La manera en que le hablamos a nuestros niños, se convierte su voz interior”.

El área del conocimiento, lo intelectual, el saber.

En esta etapa, más que en cualquier otra, los niños aprenden experimentando, vivenciando y jugando (el juego es cosa seria).

Todo es nuevo para ellos y están descubriendo “el mundo”. Por ejemplo, a un bebé debemos contarle que lo vamos a bañar, que ésta es el agua, que vamos a comer, en qué lugar de la casa estamos, que llegó papá o la abuela.  Hay mamás que se sienten raras porque sienten como si estuvieran “hablando solas” y piensan que el bebé no les va entender. Pero el bebé está construyendo su aprendizaje y hablándole le estamos dando toda la estructura de lenguaje y le estamos “organizando su psique”.

En esta etapa necesitan conocer y entender su entorno más próximo, con lo que están en contacto y con lo que se relacionan, la familia, sus costumbres, sus tradiciones, la casa, la cuidad, su país, el mundo, cómo funcionan las cosas. Contarles algo de historia y que sepan que las cosas no siempre han sido como son ahora. En esta etapa es fundamental el desarrollo del lenguaje, necesitamos hablarles claro siempre y leerles en voz alta en nuestro regazo o en un lugar acogedor.

Como ven hasta acá no hemos hablado de nada académico, es curioso porque hay mamas que me consultan y me piden que les ayude a saber “¿qué currículo es el más adecuado para sus hijos de 3 o 4 años?” … ¡no por favor!

La verdad es que en la infancia los niños no necesitan casi nada “académico” y mucho menos un currículo. Si, si ya se que debes estar preocupada por las matemáticas y que sepan leer “a los siete años”, pero no … respecto a las matemáticas los niños van aprendiendo lo básico en la vivencia de la cotidianidad, ellos aprenden a través del juego a contar, a hacer parejas, conjuntos, formas geométricas, clasificar los zapatos, las muñecas, los limones o los tomates en el mercado.

Por ejemplo, mi hijo aprendió a contar y las bases de la suma y resta mercando, el escogía las frutas y las contaba, tenía que sacar (restar) las que no estaban buenas o maduras o agregar más (sumar) si así lo necesitábamos. Aprendió a escoger aguacates palpándolos por la parte de arriba para saber si ya estaban a tiempo y así con otras frutas y verduras.

Con la lectura es similar … ellos van a su ritmo, no es como en la escuela que todos tienen que aprender a leer a la misma edad (porque es un requisito, ya que la mayoría tienen que terminar el preescolar sabiendo leer o no los reciben en primero de primaria). Acompañar la lectura en esta etapa, es un ejercicio de confiar (tu hijo va aprender a leer), tal vez no a la edad o en el momento que tú quieras, sino cuando él esté listo y motivado para hacerlo. La lectura, más allá de la lectura misma, es la voz de mamá, es la voz de las emociones que cuenta la historia, es el desarrollo de un vínculo, de un espacio de conexión, de disfrute, de acogimiento cálido, de brazos, recuerdos y ejemplo. Es el tiempo de leer desde el corazón.

Con la escritura tampoco hay afán, ellos van haciendo un poco de “grafomotricidad”, y podemos acompañarlos en sus garabatos de forma tranquila y divertida. Luego podemos acompañarlos con las bases de la escritura en la medida que ellos nos vayan dando señales de que están dispuestos. Mas adelante pueden hacer la lista del mercado, hacerle una carta a la abuela, escribir una tarjeta de cumpleaños y muchas cosas más de la vida cotidiana. Suele suceder que el aprendizaje de la escritura viene después que el de la lectura.

Lo que ellos necesitan es ser acompañados en sus ritmos y no ser forzados a un aprendizaje para el cual no están listos. ¡Créeme, no hay afán!

El área del desarrollo físico.

En esta área es importante enseñarles buenos hábitos de salud, alimenticios, de cuidado e higiene personal y de sueño. Que aprendan desde pequeños a comer comida saludable, el cuidado de su cuerpo, que el control de esfínteres sea un proceso acompañado desde el respeto de sus ritmos y que sepan que el sueño es el tiempo para descansar y renovarse, por lo tanto, que no sea interrumpido, como les toca a muchos que tienen que levantarlos a las 5 de la mañana para ir al colegio.

En esta etapa se da el desarrollo de la locomoción y la motricidad, es ideal que promovamos el movimiento libre y el juego libre (libre no significa solos, significa sin “intervención” de un adulto, pero con acompañamiento). Explorar con materiales manipulativos y cosas de la casa que no representen peligro. Acá es cuando se vuelve fundamental ir al parque, a la naturaleza, jugar con los primos, vecinos o compañeros de actividades y ya más grandes, el aprestamiento para algunos deportes (nada competitivo), así como la música, pintura y artes se da desde la lúdica y el cuerpo. Correr, saltar, subirse a los árboles, jugar al escondite, armar, casitas con las sábanas, sillas y cojines de la casa. Esto les da coordinación, destreza, les ayuda a medir las alturas, el riesgo y saber de qué son capaces.

 

El área relacional o social.

En esta etapa la parte relacional se desarrolla fundamentalmente en familia. Con papá, mamá, hermanos, abuelos, primos, tíos y poco a poco con sus vecinos o compañeros de las diferentes actividades que hace (los otros niños del taller de plastilina, de dibujo, de gimnasia, etc.).

Es un gran mal entendido lo que se oye con tanta frecuencia cuando la gente ve a un niño de 2 o 3 años y dice “ya es bueno que vaya a la guardería o al jardín infantil porque el niño necesita socializar”. No, no, a esa edad no necesita socializar de la manera como lo ofrecen las guarderías o jardines infantiles. Se que muchas de estas instituciones ofrecen su trabajo de la mejor manera, sin embargo, el cerebro del niño no está listo para separarse tantas horas de su madre y ser cuidado por un tercero que a la vez tiene otros diez niños más que atender y que no sabemos cómo fue la infancia y juventud de la profesora, ni su salud mental, ni su educación emocional. Por eso arriba decía que es fundamental conocer un poco de nuestra biología y saber que a esas edades tempranas los niños no juegan juntos, como se cree “porque tienen que compartir”, no es que el niño sea egoísta, sino que su cerebro aún no está listo. Llevarlos al jardín es una necesidad de los adultos, de este mundo adulto-céntrico al servicio de un sistema laboral, económico que no ve las necesidades de los niños.

En esta etapa tan crucial de la vida de tu hijo, te animo a desaprender, a conectar más con él o ella y a reflexionar sobre lo que significa la maternidad intencional. A veces nos preocupamos mucho por saber qué enseñarles, porque relacionamos la educación solamente con el conocimiento intelectual, pero lo fundamental en esta etapa son los cimientos. Es como un ingeniero, que cuando va a construir un edificio, lo primero que hace son las bases, los cimientos, la estructura, así mismo es la etapa de la infancia.

Si te gustó y crees que a alguien más le puede servir, te animo a que lo compartas. Un abrazo!

 

  1. […] todo lo que necesitaban, que es a grandes rasgos lo que mencioné en los artículos de la infancia y de la […]

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